lunes, 19 de noviembre de 2018

El Rol de la Mujer en las Religiones Abrahámicas



Islam:

 El Derecho de la Mujer al Trabajo aparece expresado en el Sagrado Corán de forma indirecta en el siguiente versículoAllah dice en el Sagrado Corán:4:(32) "Los hombres tienen una parte de lo que han adquirido y Las mujeres tienen una parte de lo que han adquirido"   
El Creador iguala entre el hombre y la mujer en su derecho a poseer lo que han ganado, ya sea a través de la herencia, el trabajo retribuido o cualquier otra forma legal. Así, ya desde tiempos del Profeta Muhammad (s.a.s) algunas mujeres trabajaban en la agricultura, el hilado, la dirección de trabajos manuales, la atención de enfermos y heridos o el comercio y la política, como demostraron las esposas del Profeta "Khadiya" y"Aisha".
Precisamente porque se reconocía el derecho de la mujer al trabajo y a la propiedad, el Islam gravó sobre ella el impuesto del "Zakat" (ayudar a los necesitados) que es el Segundo Pilar del Islam, al igual que pesa sobre cada hombre. Y el "Zakat" no es otra cosa que colaborar en la construcción del Islam
 Sin embargo, el Islam no obligó a la mujer a trabajar fuera de casa, sino únicamente al hombre, obligando a éste además a hacerse cargo de la manutención de la mujer, ya sea ésta madre, hermana, esposa o hija. Esto se debe a que en el Islam el primer y más importante deber de la mujer es educar y criar a sus hijos, que son el resultado de la educación de los padres y en especial de la madre. De esta forma, la mujer se convierte en la constructora del futuro, compartiendo con el hombre la construcción del presente. 
 En cualquier caso, el Islam considera que la participación activa de la mujer es básica, como miembro que es de la sociedad. A pesar de ello, la mujer posee particularidades físicas, fisiológicas y psíquicas que la condicionan o no para cierto tipo de actividades, por lo que algunos Ulemas "Sabios" no consideran adecuada su participación en ciertos campos, como la construcción, la minería, la defensa e incluso la política, para algunos sin embargo, esto último es discutible pues la mujer del Profeta, "Aisha", participó activamente en este ámbito. Y además, la mujer puede participar en la política como es indicado en el Corán: 0:(12) "¡Oh Profeta! Cuando acudan a ti las creyentes para jurarte fidelidad, [comprometiéndose a] que [en lo sucesivo] no atribuirán divinidad a nada excepto a Dios…" 
En el Islam el papel fundamental de la mujer es el de madre y esposa, para lo cual  la educación es esencial. Y el trabajo fuera de casa está permitido siempre y cuando no afecte a su papel en la familia. Para la mujer musulmana la educación es una obligación y el trabajo es opcional.

Cristianismo:

 En ocasiones se oye que las mujeres estaban discriminadas entre los primeros cristianos. Esta acusación no es consistente ya que más bien lo que ocurre es lo contrario, sobre todo teniendo en cuenta el rol que tenía la mujer en aquellos momentos en la sociedad y en imperio romano.
Cabe destacar las numerosas menciones que San Pablo hace en sus cartas a diversas mujeres (citando incluso sus nombres) para destacar sus esfuerzos en la labor de predicación del Evangelio o agradecerles algún servicio prestado a él o a la comunidad: Claudia, CloeApfiaEvodia, Síntique,Ninfas…
 Al ser preguntado por la cuestión del papel de la mujer en el cristianismo primitivo, el profesor Domingo Ramos-Lissón explica lo siguiente: “Se puede decir que el trabajo apostólico de las mujeres en la Antigüedad cristiana tuvo una importancia extraordinaria. Un índice de la relevancia que tuvieron es la crítica que manifestaron por este motivo algunos paganos ilustres, como Plinio, Celso y Porfirio, que hacen un derroche de ironía contra el cristianismo, al reconocer la rápida profusión de conversiones entre las mujeres.
 Desde los orígenes cristianos, la mujer desempeña un papel insustituible en la difusión evangélica. Un ejemplo, podía ser el de Priscila, que evangeliza a Apolo, según nos narra S. Lucas (Hch 18, 26). Clemente de Alejandría describe el papel de estas cristianas, que ayudaban a los primeros Apóstoles y que son las únicas que pueden entrar en los gineceos, servir de intermediarias y llevar a esas estancias la doctrina liberadora del Señor (Stromata, III, 6, 53).
 En la literatura apócrifa cristiana encontramos los Hechos de Pablo y Tecla, que son una especie de novela histórica del siglo II, cuyo anónimo autor narra el protagonismo de Tecla y la presenta como la evangelista del Apóstol entre las mujeres. Los ejemplos podrían multiplicarse”.
Además, el número de mujeres santas, mártires y vírgenes, de los primeros siglos es impresionante: las santas Felicidad y Perpetua, Santa Inés, Santa Águeda, Santa Lucía, Santa Cecilia… Todo ello sin olvidar a tantas mujeres desconocidas, como el caso de muchas viudas, que desde los tiempos apostólicos formaban un «orden» y atendían a los ministerios con mujeres. 
 El propio Benedicto XVI quiso cerrar su ciclo de catequesis sobre los testigos del cristianismo naciente con una audiencia dedicada a “las mujeres al servicio del Evangelio” (14 de febrero de 2007).

Judaísmo:

"Ama a tu esposa como a ti mismo y hónrala más que a ti mismo". (Yevamot 62-b: Talmud)
     El papel de la mujer judía en la vida actual no se puede definir sin conocer los preceptos históricos y raíces que lo nutren. Sin embargo, es difícil generalizar sobre la condición femenina a lo largo de la historia, ya que se deben tomar en consideración los diferentes estilos de vida a través de las épocas y la enorme variedad de circunstancias a las que las mujeres se tuvieron que adaptar, condición universal no privativa a la mujer judía.
     En los tiempos bíblicos la sociedad hebrea, como muchas otras, era patriarcal. La mujer tenía una posición subordinada al hombre; debía sujetarse a la autoridad paterna hasta que contraía matrimonio, momento en que pasaba a ser propiedad del esposo. Esta costumbre se encuentra ilustrada en la Biblia en la historia de Jacob y Raquel, en la cual él tuvo que trabajar siete años para casarse con ella.
     Durante esta época se establecieron distinciones legales muy claras entre los sexos, mismas que marginaban a la mujer en lo referente a su participación en las actividades religiosas y comunitarias; así por ejemplo, una mujer no podía dar testimonio legal ni servir como jurado. A pesar de esto, los judíos también decretaron leyes que prohibían el abuso y el maltrato a la mujer. Muchos relatos bíblicos, como el de Dina y Tamar (Génesis 34) indican que el honor de la mujer era salvaguardado y protegido por encima de todo.
     Aunque la legislación bíblica más antigua presuponía que la mujer era un ser pasivo cuyo destino estaba controlado por el hombre, la narrativa habla de mujeres con mucho poder como Rebeca, independientes como Raquel, y profetas y líderes como Miriam y Débora, ya que a pesar de ser una sociedad patriarcal, en la sabiduría, refranes, proverbios y música judías, la mujer y la imagen materna ocupan un lugar preponderante. Surgen así las cuatro madres del pueblo judío: Sara, Rebeca, Raquel y Lea, pilares de toda una nación.
     A pesar de que la mujer judía se veía restringida por ciertas limitantes, estaba obligada a cumplir con mandamientos de importancia, lo que le permitía participar en la vida comunitaria. Era considerada esencial en la transmisión de la identidad religiosa en el medio familiar. Como raíz espiritual de la educación, la madre es responsable de que los valores se transmitan de generación en generación. Es por ello que es considerado judío aquel que nace de madre judía.
     La madre se consagra a prender las velas que santifican el sábado e iluminan los hogares judíos durante otras festividades, ya que desde el punto de vista cabalístico la luz representa la unidad y la armonía. En los tiempos post-bíblicos y talmúdicos el estatus de la mujer judía fue mejorando. Se le permitió tener mayores derechos sobre su propiedad privada y se estableció el contrato matrimonial a través del cual el hombre prometía mantener, honrar y apoyar a su esposa.


Bibliografía:

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